El estrés no es fácil definirlo, pero sabemos que está modulado por la insulina, los eicosanoides proinflamatorios y el cortisol.
Durante el estrés intenso a corto plazo (agudo), como la respuesta de lucha o la huida, las glándulas suprarrenales liberan la hormona adrenalina, mientras que las situaciones de estrés a largo plazo (crónico), predomina la secreción de hidrocortisona (o cortisol).
El cortisol es la hormona del estrés y sus niveles sanguíneos se incrementan por la infección aguda, la enfermedad crónica, los ejercicios físicos excesivos, los cambios del desarrollo, demasiado calor o frío, hipoglucemia y las emociones, pero fundamentalmente por la infección.
El cortisol se produce para detener a los eicosanoides. En realidad, el cortisol es una hormona antiestrés. Tiene el inconveniente que, aunque barre los eicosanoides proinflamatorios (“malos”) también lo hace con los “buenos”, además favorece la neoglucogénesis (producción de glucosa a partir de las proteínas), por lo cual induce a la producción de insulina.
El estrés da lugar a hiperinsulinemia, incremento de la resistencia a la insulina, muerte neuronal, inhibición del sistema inmune, favorece el sobrepeso y disminuye la memoria.
La piel adelgaza en la vejez, porque en la vejez aumenta el cortisol, que tiene un efecto atrofiante de la piel. El estrés aumenta por los eicosanoides y, si es demasiado el incremento, también aumenta el cortisol y muchos efectos secundarios.
Las hormonas son como los teléfonos móviles del cuerpo; permiten a las células comunicarse entre sí. Los mensajes de nuestro Internet biológico son controlados por el nivel de eicosanoides.
La conexión cuerpo-alma es como controla la enfermedad a la emoción y como las emociones controlan a la enfermedad.
Hay dos tipos de hormonas muy relacionadas con las emociones: los eicosanoides y las interleuquinas.
Las interleuquinas más relacionadas con las emociones son el factor de necrosis tumoral (TNF), que toma parte en la resistencia a la insulina y puede ser responsable de la caquexia, y la interleuquina-6 (IL-6), que aumenta con el dolor, con el ejercicio y con la inflamación.
Estrés Þ Citoquinas (aumentan en sangre), pero no pueden pasar la barrera hematoencefálica, por ello este proceso es favorecido por los Þ Eicosanoides (que si pasan la barrera hematoencefálica) Þ Citoquinas proinflamatorias aumentan y pasan al cerebro (gracias a los Eicosanoides) Þ estimulan a la Hipófisis (Þ ACTH Þ Cortisol) Þ y se producen las Emociones.
El Estrés da lugar a Þ insulina Þ resistencia a la insulina Þ muerte neuronal Þ inhibición del sistema inmune Þ se engorda Þ ¯ memoria
La Meditación reduce el estrés, porque baja la tasa de cortisol en la sangre. La meditación puede ser más efectiva con la Dieta en la Zona de Sears, con altas dosis de aceite de pescado, controlando el sueño y con ejercicio moderado.
La Meditación médica, que no pretende trascender espiritualmente ni llegar a la unidad con el todo, aunque no hay ningún inconveniente de que esto ocurra, procura calmar a la mente agitada y estresada por medio del control de la respiración, de mantener la atención concentrada en algo y repitiendo constantemente un “mantra”, una frase que en sí sea calmante.
Sabemos que cuando se está agitado mentalmente la respiración es muy rápida (taquipnea) y muy superficial, pero si conscientemente hacemos una respiración lenta (bradipnea) y profunda, por un mecanismo de bio-feedback, conseguimos calmar nuestra mente.
Así mismo, si paramos nuestro parloteo mental concentrando la atención en un objeto o en algo que nos atraiga especialmente, por su belleza o por su significado, vamos a generar endorfinas que condicionan la calma y la felicidad. Cuando paseemos, dice Sears, prestemos atención a detalles que nos inunden el espíritu, como a observar como se mueven las ramas de un árbol agitadas por el viento, cómo vuela una mariposa o canta un pajarillo. No nos limitemos a pasear sin enterarnos de nuestro entorno, de una manera automatizada. Estemos al acecho de todos los detalles que surjan.
Debemos de repetir mentalmente una frase o palabra que para nosotros signifique algo importante, por ejemplo “unidad”, “amor” o lo que queramos.
Los w-3 reducen el TNF, el Cortisol, la Insulina y la Inflamación.
Meditación + Dieta en la Zona + Altas dosis de w-3 + Control del sueño + Ejercicio moderado = Reducción del estrés.
En la pirámide de la salud lo más importante, la base, es la alimentación, pero le sigue a continuación el ejercicio.
Para Sears, una buena actividad física se compone de 30 minutos de caminata (ejercicio aeróbico) y 5 minutos de entrenamiento intenso (ejercicio anaeróbico). Esta única medida consigue: 1) una reducción de cáncer de mama en mujeres en un 70%, 2) hace descender la glucosa en la sangre y 3) disminuye el exceso de insulina, utilizando energía almacenada mayoritariamente en la grasa.
Si el ejercicio es muy intenso se aumentan los niveles del estrés oxidativo Þ se producen más radicales libres, porque los músculos exigen más ATP. Cuanto más intenso sea el ejercicio, tanto mayor será la producción de hidrocortisona en respuesta a ese estrés. O sea, que aumentan los dos pilares del envejecimiento: la cortisona y los radicales libres.
El ejercicio intenso (anaeróbico) que Sears recomienda al día consiste en flexionar las rodillas y los brazos (planchas comenzando sobre una pared y, cuando se tiene entrenamiento, sobre el suelo), 3 tandas de entre 10-15 flexiones y planchas cada una. Después de cada tanda descansar un minuto.
Para ganar masa muscular se recurre a la actividad física, sobre todo a ejercicios con pesas. Para ganar medio kilo de masa muscular al mes (que es muy sano) hay que aumentar el consumo de proteína diario en 7 g más.
Nosotros también usamos un aparato que produce movimientos oscilatorios, se llama Galileo, y tiene una gran capacidad de producir músculos, y más fácilmente que las pesas. Se usa en sesiones de 5 minutos. Las frecuencias de las oscilaciones se va incrementando cuando se tiene más entrenamiento.
El ejercicio anaeróbico moderado hará aumentar la secreción de hormona del crecimiento y de la testosterona. El ejercicio aeróbico hará descender la insulina.
Cuanto más efectivo sea el funcionamiento del glucagón para mantener los niveles de glucosa en la sangre, menos tendrán que intervenir los otros sistemas de apoyo (adrenalina e hidrocortisona). Esa es la razón por la que el ejercicio aeróbico de baja intensidad asegura el mantenimiento de niveles adecuados de glucosa en la sangre para el cerebro.
El rendimiento atlético mejora con la Dieta en la Zona de Sears + w-3.
Después de un ejercicio muy intenso aumenta cien veces la interleuquina-6 (IL-6), lo que produce daño al músculo. La mayor parte del dolor tras un ejercicio intenso no es por el ácido láctico, como se pensaba, sino por el proceso inflamatorio condicionado por la IL-6. Con el omega-3 bajan los niveles de interleuquina-6.w-3 Þ ¯ IL-6
Todo atleta profesional tiene un estado inflamatorio muy importante. Necesitan más de tres veces de w-3 que el resto de la gente, unos 8 g diarios. También precisan tomar mucha fibra soluble (verduras y frutas), 1-5 g de Vitamina C al día, 300 mg/d de Magnesio, 5 g/d de Glutamina, Vitaminas del grupo B, Multivitaminas y Multiminerales.
La Dieta en la Zona + w-3 de Sears, al controlar la Insulina, los Eicosanoides y el Cortisol y al ser una dieta más equilibrada y menos carencial, creo que es la que más se acerca al concepto de dieta ideal. Apuesta por una proporción de carbohidratos, proteínas y grasas de 40-30-30 calculadas con lo que Sears llama “bloques”) y pretende que no sea una dieta ocasional o temporal, sino que esta forma de comer se convierta en una forma más de vivir.
En esta dieta es muy importante consumir buenos hidratos de carbono ¾de carga glucémica (CG) baja, como las verduras y las frutas¾, buenas proteínas ¾pescados, pavo, pollo, clara de huevo, requesón, proteínas de la leche o de la soja (tofu)¾ y buenas grasas monoinsaturadas ¾aceite de oliva virgen (preferentemente de primera prensa en frío que está compuesta principalmente de ácido cis-oleico, porque los ácidos grasos trans destruyen la enzima D-6-D, tan necesaria para llegar a la síntesis de los eicosanoides “buenos”; sólo nos interesan los de la leche, los demás trans se comportan como ácidos grasos saturados), aguacate ( y guacamole) y nueces de Macadamia y otros frutos secos¾.
Como norma nemotécnica, para los de habla hispánica, podemos decir que los carbohidratos malos son con P: Pasas, Papaya, Plátano, Pasta, Patatas, Pan; y con A: Arroz, Azúcar, Alcohol, Alubias (las peores son las blancas, cocidas). Otros: Coca-Cola, Cuscús, Garbanzos, Judías pintas (sopa en lata lo peor), Maíz y Mango. Las proteínas buenas con P son: Pescado, Pavo, Pollo. Otras: Clara de huevo, Requesón bajo en grasa, Tofu y otras proteínas de la soja.
Los alimentos se distribuyen en 3 comidas y 2 tentempiés y procurando tomar uno de estos últimos justo antes de ir a la cama, si hace ya varias horas que hemos cenado, porque es la mejor manera con la que podemos maximizar la liberación de la hormona del crecimiento durante el sueño.
Unos ejemplos de comida o cena modelo de la dieta en la Zona: una ración moderada de proteína baja en grasa (pollo, pavo o pescado), con una cantidad abundante de verduras (hidratos de carbono) cubiertas de almendras troceadas (grasas) y fruta (hidratos de carbono) de postre.
Otro ejemplo para una persona de peso medio (60-70 kg) y de vida sedentaria: ¼ de taza de pasta hervida (mala opción de carbohidratos) + 2 tazas de verduras + ½ taza de uvas o 1 ensalada grande con unas pocas hortalizas + 1 taza de verduras al vapor y varias piezas de frutas.
Procura que la mayor parte de los hidratos de carbono que comas procedan de frutas y verduras, y utiliza los cereales, la patata, la pasta y el pan con mucha moderación. Una taza y media de brócolis tiene la misma cantidad de hidratos de carbono promotores de insulina que un cuarto de taza de pasta.
Un ejemplo de buen desayuno: 1 taza de fresas + 1 naranja + 1 vaso de leche semidesnatada + ¾ de taza de requesón descremado + 3 nueces de Macadamia.
Ejemplos de tentempiés: 60 g de requesón bajo en grasa (1/4 de taza o 4 cucharadas) + ½ pieza de fruta + 3 aceitunas.
Otro ejemplo: 30 g de pechuga de pavo en lonchas + 1 taza de fruta + 3 almendras.
Proporciones: Por cada taza de verduras, media pieza de fruta o un cuarto de taza de pasta (que es la peor opción), añade 30 g de proteínas baja en grasa y un poco de grasa monoinsaturada, como aceite de oliva virgen de primera prensa en frío o unas almendras troceadas.
Nunca consumas más proteína grasa en una comida que la que quepa en la palma de la mano; máximo 150 g de pechuga de pollo sin piel o su equivalente.
La combinación de grasa mala (saturadas) con carbohidratos malos (con una carga de glucemia alta) es lo que más engorda. Por ejemplo: patatas con mantequilla.
El niño tiene un 10% más de Masa Corporal Grasa (MCG) de lo que dé la Masa Corporal Magra (MCM), por lo que siempre hay que aumentar la proporción de proteínas. Tiene que comer más proteínas proporcionalmente que un adulto.
El índice de MCG es normal hasta un 15% en hombres y hasta un 25% en mujeres.
Para quemar grasa, se necesita grasa (mejor la monoinsaturada, como el aceite de oliva), que actuará de lastre para arrastrar la grasa corporal, sin afectar a los niveles de insulina. Por eso en todas las comidas debemos tomar un porcentaje de grasa buena.
La cantidad de carbohidratos que se necesita para que la insulina esté controlada está determinada por la cantidad de proteína que se consuma en la misma comida. Si tomas carbohidratos desfavorables (cereales, patatas) en una comida, tienes que comer el mismo volumen de proteínas bajas en grasa. Si son carbohidratos favorables (frutas, verduras), dobla entonces el volumen de la proteína baja en grasa.
Por cada ½ pieza de fruta, come 30 g de fiambre magro o 60 g de requesón bajo en grasa.
Si tomas un postre de carbohidratos no favorables (por ejemplo, un pastel), no tomes ningún carbohidrato más durante esa comida y cómete sólo la mitad. El mejor postre siempre es la fruta.
Frecuencia de comidas: Lo ideal es tomar 3 comidas al día y 2 tentempiés. No estar de día más de 4-5 horas sin comer nada. No esperar a tener hambre, porque el hambre es señal de que los niveles de insulina en sangre están elevados.
Bebe 1 vaso de agua media hora antes de las comidas. Para tratar el estreñimiento debe incrementarse el consumo de agua en un 50%; si no cede es porque estás eliminando AA almacenado en tus grasas, ya que reduce el agua del colon. Si añades omega-3 el estreñimiento disminuye y, mejor, si tomas vitamina C cristalina en todas las comidas. También puedes incrementar el consumo de frutas y verduras hasta que se arregle esta condición.
“Ajuste del carburador”: Si a las 2-3-4 horas después de comer tienes hambre y te sientes atontado, es que has tomado demasiados carbohidrjatos en la comida anterior. La próxima vez que comas ese menú mantén el nivel de proteínas pero disminuye la dosis de carbohidratos.
Si sientes hambre al cabo de 2-3-4 horas pero mantienes una buena concentración mental, es que la insulina está demasiado baja, por un exceso de proteínas en la comida anterior. La próxima vez aumenta los carbohidratos y mantén la dosis de proteínas.
Las embarazadas deben aumentar 14 g (2 bloques) más diarios de proteínas en su dieta.
A mayor procesamiento de las comidas, mayor carga glucémica. Por eso, las judías cocidas tienen mucha menos CG que las enlatadas , y mucho más si son preparadas en sopa, porque la cocción prolongada rompe las paredes celulares y hace que las judías sean mucho más fáciles de digerir y se transforma antes en azúcares simples de pronta absorción.
Para evitar tener hambre hay que comer a menudo, con lo que controlaremos la insulina. Si hay hambre es que hay insulina, que afecta al cerebro y produce hambre.
El 75% de la población puede producir resistencia a la insulina. Por eso un 75% de la población tiene tendencia al sobrepeso y cardiopatía ¾ hay un 25% que, aunque coma muy mal, no tendrá problemas ¾. En EE UU hay una epidemia de hiperinsulinemia y por eso muchos americanos tienen hambre.
El exceso de insulina da lugar a cardiopatía y a obesidad.
Los adipocitos son muy ricos en Ácido Araquidónico (AA)
El glucagón moviliza los eicosanoides, que controlan la expresión genética y nuestras hormonas y mantienen un nivel en sangre suficiente de glucosa, por lo que evita la hipoglucemia, con acción contraria a la insulina. Las proteínas inducen al páncreas a que produzca glucagón.
Si los niveles de insulina son demasiado altos y los de glucagón demasiado bajos, el resultado es una hipoglucemia.
En los que siguen Dietas vegetarianas, ricas en hidratos de carbono, los niveles en sangre de triglicéridos suben y el HDL-Colesterol baja, lo que condiciona un mayor riesgo de coronariopatía, al contrario de lo que ellos creen. Por eso, no es una buena alternativa.
La Dieta de Atkins no es la ideal porque, aunque al principio se pierde peso, luego aumenta la neoglucogénesis, porque se necesita glucosa para el cerebro, y eso favorece a que el páncreas libere insulina y a la larga se produce aumento de peso.
La Dieta mediterránea sugiere mantener una proporción de un 60% de carbohidratos, un 25% de proteínas y un 15% de grasas. Nos parece un exceso de hidratos de carbono, con lo que se generará exceso de insulina.
FUENTE
VOLUMEN-GRAMOS
IG
CG
Arroz
1 taza
103
4320
Patatas (puré)
1 taza
100
4.000
Cuscús (cocido)
1 taza
93
3.906
Espaguetis
1 taza
59
3.086
Macarrones
1 taza
64
3.328
Pasas
1 taza
91
10.192
Plátano (mediano)
1 pieza
79
2.528
Papaya (median)
1 pieza
83
2.324
Zumo de naranja
240 ml
66
1.716
Sandía
1 taza
103
1.133
Uvas
1 taza
66
990
Peras
1 pieza
54
1.134
Alubias (enlata)
1 taza
74
2.812
Garbanzos (cocidos)
1 taza
47
2.162
Sopa de judías pintas
1 taza
91
3.458
Lentejas (cocidas)
1 taza
43
1.376
Mango (mediano)
1 pieza
80
2.640
Melón (pequeño)
1 taza
65
975
Naranja (mediana)
1 pieza
63
630
Manzanas
1 pieza
54
864
Kiwi
1 pieza
80
592
Melocotón
1 pieza
40
280
Cerezas
10 unidades
31
392
Espinacas
1 taza
50
150
Coca-Cola
330 ml
90
3.510
Pasta
1 taza
59
2.242
Fructosa
1 bolsita de 3 g
33
100
Miel
1 cucharada
83
1.328
No debe consumirse una carga glucémica de más de 3.000 en una comida.
El problema del Omega-3 es que todos los aceites de pescado están contaminados (PCB, dioxinas ® carcinogénesis y metales pesados). Conviene ver en Internet ¾ www.ifosprogram.com ¾ la pureza del producto que tomemos (w-3), por ver si cumple las normas ISO, de calidad de fabricación, y las IFOS, que nos indica la pureza del producto acabado, y debe ser obtenido del pescado por destilación molecular y mejor si es pequeño (como la sardina) porque, al vivir menos tiempo que el grande (por ejemplo, la foca), se parte ya de menor contaminación.
El ácido docosahexaenoico (DHA), que es un ácido graso poliinsaturado w-3, tiene tres efectos principales: sobre la visión, sobre la función hepática y sobre el desarrollo pondoestatural del infante. Antes de nacer el niño necesita DHA para que las células del cerebro y de la retina se desarrollen correctamente. Los niños prematuros están básicamente afectados por la deficiencia de este ácido graso. Con el DHA las transaminasas y la a-fetoproteína se normalizan antes de un mes, mejorando el tono muscular en las enfermedades peroxisomales, así como la mielinización, al aumentar la mielinogénesis.
El EPA, ácido eicosapentanoico, es otro tipo de Omega 3, un ácido graso esencial activo que permite la producción de más eicosanoides “buenos” y menos eicosanoides “malos”. El equilibrio óptimo en la concentración de ellos ¾ doble de EPA que de DHA ¾ en forma de suplemento alimentario, controla favorablemente la presión sanguínea, los procesos inflamatorios, la vascularización, el mecanismo de coagulación, el asma, las alergias, etc.
Las personas sanas necesitan 2.5 g/día de aceite de pescado, Omega-3, porque se ha podido comprobar que en los países industrializados somos portadores en sangre de niveles excesivos de Omega-6 y muy bajos de Omega-3, porque los w-6 reducen la capacidad del cuerpo para sintetizar EPA y DHA, por lo que se hace necesario su aporte a través de la alimentación.
La migraña es una enfermedad extremadamente inusual entre los inuits, la población esquimal de Groenlandia, por efecto vasodilatador de los w-3. Puede tratarse al menos con 2,4 g al día de aceite de pescado (w-3) durante 3 meses.
En la artritis reumatoide con un aporte diario de 2.6 g de omega-3 durante 12 meses demostró mejoría de los síntomas a partir del tercer mes, además de permitir una reducción de la medicación antirreumática. En la actualidad se aconsejan dosis mucho más altas, al menos 6 g diarios.
En la Depresión bipolar y en el estrés con ansiedad, se usa 9.6 g de aceites de pescado (w-3) y mejora espectacularmente.
Una persona con propensión de Alzhemer, si la PCR está elevada tiene 300 veces más riesgo de padecerlo está indicado el omega-3 , y dosis muy altas (10 g diarios) pueden disminuir la demencia.
En cardiopatía se necesita más dosis que en personas sanas de w-3 y en dolores crónicos aún más. Después de tomar 2 meses 6.4 g diarios de w-3 comienza a mejorar la artritis.
Para bajar los triglicéridos hay que tomar 3-4 g diarios de w-3.
En la Depresión bipolar, se usa 9.6 g de aceites de pescado (w-3) y mejora espectacularmente.
Cuando se toma aceite de pescado es necesario tomar también antioxidantes, por ser los omega-3 ácidos grasos poliinsaturados con capacidad de generar muchos radicales libres. Lo mejor es tomar en las comidas aceite de oliva virgen de primera prensa en frío como condimento ¾ por ejemplo, en ensaladas ¾ o, como alternativa, 200 mg de Vitamina E al día.
La dosis a la que debemos emplear los aceites de pescado (w-3), para controlar la inflamación (cáncer, ataques cardiacos y Alzheimer) y el dolor silente, es proporcional al ratio AA/EPA. El gran milagro es que altas dosis de aceites de pescado pueden controlar este ratio.
El w-3 estimula la producción de la enzima Delta-6-Desaturasa (D-6-D), que condiciona el paso metabólico que favorece que se produzca la Prostaglandina E1 (PGE1) a partir del Ácido Dihomogammalinolénico (DGLA). Mientras que la enzima Delta-5-Desaturasa (D-5-D) activada por la Insulina favorece el paso del DGLA a AA. Por eso no debe tomarse w-6 (LA, GLA y DGLA) sin asegurarse de tomar altas dosis de w-3, porque podemos incrementar los niveles de AA con sus metabolitos, los eicosanoides “malos”.
La comida ideal es la que es capaz de controlar la actividad de la enzima Delta-5-Dexaturasa (D-5-D) y favorece la actividad de la Delta-6-Desaturasa (D-6-D).
La D-6-D se inhibe mediante el ácido a-linoleico (ALA), el único w-3 que procede de vegetales (principalmente del lino). Por lo cual hay que tomar precauciones con el ALA (aunque es un precursor del EPA) y de las semillas de lino.
Con tomar harina de avena de 3 a 5 veces por semana, nos aseguramos de estar injiriendo la dosis de GLA (ácido g-linolénico) adecuada. Si añadimos a la dieta complementos ricos en GLA, la proporción entre GLA y EPA debe ser aproximadamente de 50 a 100 veces más de EPA.
Factores que disminuyen la actividad de la delta-6-Desaturasa (D-6-D):
1. El envejecimiento
2. La dieta: ALA y ácidos grasos trans
3. Enfermedades: infecciosas y sobre todo virales.
4. Hormonas relacionadas con el estrés: cortisol, adrenalina
El envejecimiento, las enfermedades cardiocirculatorias, las artropatías, dermatitis atópica, cáncer y la mucoviscidosis, entre otras, están relacionadas con el desequilibrio o deficiencia de eicisanoides; tal vez por la reducción o ritmo más lento, según los casos, de D-6-D. La dieta favorable a la Zona acelera la actividad natural de la D-6-D, incluso en viejos.
En 30 días tomando w-3 cambiamos la ratio AA/EPA, con lo cual hemos mejorado las perspectivas de salud.
En las personas que estén en tratamientos con antiagregantes plaquetarios como las warfarinas o la aspirina debe monitorizarse el tiempo de tromboplastina si a la vez toma w-3. Las personas hemofílicas y las que estén en período preoperatorio debe evitar su consumo.
El ajo y el ginkgo pueden potenciar su efecto antiagregante plaquetario.
La ratio de los ácidos grasos saturados Esteárico (muy bueno)/Palmítico (muy malo) ??? nos indica un riesgo de cáncer cuando es superior a 2.
Otros perfiles analíticos que conviene investigar son Triglicéridos/HDL-Colesterol, lo ideal es que sea inferior a 2, que es el mejor indicador de un buen estado de salud ¾los niveles elevados de triglicéridos en sangre son más peligrosos que el colesterol LDL para los problemas del corazón¾; Insulina en ayunas, óptimo menos de 10 m unidades/mL. La mejor señal que nos hace detectar un problema coronario y un eventual ataque cardiaco es la hiperinsulinemia.
A todos estos análisis, muchos recomendados por Sears, para ver como están los eicosanoides proinflamatorios, la capacidad de producción de insulina, el riesgo de cáncer, etc., y se llaman Perfil Zona.
La PGE1 es el prototipo de eicosanoide bueno. Es el más eficaz por sus efectos: antiinflamatorio, vasodilatador (el 50% de los ataques al corazón ¾angor¾ son causados por vasoespasmo), antihipertensivo, regulador de los eicosanoides proinflamatorios (malos), madurador del sistema inmunológico, antiagregante plaquetario, favorecedor de la capacidad de deformación de los hematíes para poder pasar por el capilar que es más estrecho que él. Otro efecto de la PGE1 es disminuir en el estómago la producción de ácido clorhídrico, por lo que también hace mejorar la Enfermedad del Reflujo Gastroesofágico (hernia de hiato) y evita la úlcera de estómago.
El w-3 estimula la producción de la enzima Delta-6-Desaturasa (D-6-D), que condiciona el paso metabólico que favorece que se produzca la Prostaglandina PGE1 a partir del Ácido Dihomogammalinolénico (DGLA). Mientras que la enzima Delta-5-Desaturasa (D-5-D) activada por la Insulina favorece el paso del DGLA a AA. Por eso no debe tomarse w-6 (LA, GLA y DGLA) sin asegurarse de tomar altas dosis de w-3, porque podemos incrementar los niveles de AA con sus metabolitos, los eicosanoides “malos”. La prevalencia del consumo de w-6 sobre el de w-3, como son dos grupos de sustancias que compiten por los mismos enzimas y receptores en nuestro organismo, puede facilitar los procesos inflamatorios y arterioscleróticos.
El ácido linoleico (AL), pertenece a los w-6, muy abundante en los alimentos, es trasportado por las lipoproteínas de baja densidad (las del colesterol malo). Las células con D-6-D convierten el AL en GLA (ácido gammalinolénico), que raras veces se encuentra en los alimentos, excepto en la leche humana sobre, todo, y en la harina de avena.
Con tomar harina de avena de 3 a 5 veces por semana, nos aseguramos de estar ingiriendo la dosis adecuada de GLA (ácido g-linolénico), w-6 precursor del DGLA. Si añadimos a la dieta complementos ricos en GLA, la proporción entre GLA y EPA debe ser de 50 a 100 veces más de EPA.
La D-6-D se inhibe mediante el ácido a-linoleico (ALA), el único w-3 que procede de vegetales (del lino). Por lo cual hay que tomar precauciones con el ALA (aunque es un precursor del EPA) y las semillas de lino. Se estima que se necesita una ingesta diaria de ALA (ácido a-linolénico C18:3), de 3-4 g diarios (1 cucharadita de aceite de lino) para obtener una equivalencia de 0.3 g de EPA (C20:3), para lo que se precisa D-6-D hasta convertirse en ácido estearidónico y luego éste se puede convertir en EPA. Pero el aceite de Echium que además de su acción directa estamos en un escaño posterior a la acción de la D-6-D.
El aceite de Echium (o de “viborera”) es rico en ácido estearidónico (C18:4). La formación en EPA a partir de este es dos veces más rápido que a partir del ALA. Paralelamente al incremento de AA se reduce la concentración de estearidónico, que altera la oxidación endógena del AA, bloqueando la vía de síntesis de los eicosanoides inflamatorios., y que esta competencia puede afectar disminuyendo la agregación plaquetaria, de forma similar a como lo hace el EPA. El aceite de Echium puede ser un buen sustituto del aceite de pescado en personas que presentan intolerancia a estos. Sobre todo detectadas en los test sanguíneos de intolerancia alimenticia.
La FDA, en los EEUU, ha reconocido la importancia del incremento del consumo de EPA y DHA, en un mensaje en noviembre del 2000, por la importancia de estos en la reducción del riesgo de enfermedad coronaria.
La PGE1 es el prototipo de eicosanoide bueno. Es el más eficaz por sus efectos: antiinflamatorio, vasodilatador (el 50% de los ataques al corazón ¾angor¾ son causados por vasoespasmo), antihipertensivo, regulador de los eicosanoides proinflamatorios (malos), madurador del sistema inmunológico, antiagregante plaquetario, favorecedor de la capacidad de deformación de los hematíes para poder pasar por el capilar que es más estrecho que él. Otro efecto de la PGE1 es disminuir en el estómago la producción de ácido clorhídrico, por lo que también hace mejorar la Enfermedad del Reflujo Gastroesofágico (hernia de hiato) y evita la úlcera de estómago.
Según el Dr. Barry Sears hay tres estadios en la evolución de la enfermedad: Bienestar Þ Dolor silente Þ Enfermedad crónica.
Desde el punto de vista biológico, podemos definir el bienestar como un estado con niveles muy bajos de inflamación.
Ahora podemos medir el dolor silente por dos pruebas, marcadores sanguíneos de la inflamación crónica: PCR (Proteína C Reactiva), que es inespecífica, y la ratio AA/EPA (Acido Araquidónico/Acido Eicosapentanoico), más preciso como marcador de eicosanoides.
La inflamación, como ya se ha dicho, está asociada al dolor y está mediada por los eicosanoides proinflamatorios: LTB4 (Leucotrieno B4), PGE2 (Prostaglandina E2) y Tromboxanos, principalmente el Tromboxano A2, que produce agregación plaquetaria de manera patológica, por ejemplo en un ataque cardiaco, en apoplejía cerebral (ictus), en embolias y tromboflebitis.
La inflamación de las células endoteliales coronarias (producida principalmente por las eicosanoides LTB4 y PGE2) son la causa primera de la estenosis de estas arterias.
Un excesivo nivel de insulina causa una superproducción de ácido araquidónico (AA), que es precursor de los eicosanoides “malos”.
Los antiinflamatorios disminuyen los niveles de eicosanoides, pero de los proinflamatorios y los demás (de los “malos” y de los “buenos”) ¾el eicosanoide “bueno” más importante es la Prostanglandina E1 (PGE1)¾. Por eso, mueren más personas al año en EE UU por tomar antiinflamatorios a dosis correctas que por SIDA. Porque los antiinflamatorios disminuyen el dolor, siempre asociado a la inflamación, pero terminan pasando una factura muy cara al disminuir los niveles de los eicosanoides buenos.
Los eicosanoides se comportan como el verdadero “master” hormonal.
La ratio AA/EPA de una población nos mide el nivel de salud. Pongamos algunos ejemplos: los esquimales dan una cifra de 0.75 y la mortalidad por enfermedad cardiovascular es de 3.5% (en EEUU llega al 50%). La población de la isla de Kohama, que posee la incidencia más baja de enfermedades cardiovasculares de Japón y tienen una dieta muy rica en pescado y baja en sal, dan cifras de EE/EPA de 1,5, y tiene la vida media más alta del mundo. En España, según los Drs. Sabater, damos cifras de 10; en EEUU alrededor de 11-12; en China llega a 20, con una morbomortalidad muy elevada, atribuida al excesivo consumo de arroz. En una depresión nos podemos encontrar cifras de 22; en las enfermedades cardiovasculares, más o menos, 23; En esclerosis múltiple entre 33 y 50.
En la Esclerosis múltiple los niveles AA/EPA mejoran mucho con los aceites de pescado, reduciendo la inflamación cerebral.
Para disminuir el dolor silente, la primera línea de defensa que tenemos es perder el exceso de grasa corporal, porque cuanto más grasa corporal, más inflamación se genera.
Los ácidos grasos poliinsaturados Omega-3 (w-3), extraídos del aceite de pescado, tienen las siguientes acciones:
1. Facilitan la producción en nuestro organismo de los eicosanoides “buenos “.
2. Penetran en las estructuras (fosfolípidos) de las membranas de todas nuestras células (plaquetas, células endoteliales, etc.) y en las de las mitocondrias (“central energética”) que significa tener membranas elásticas (los ácidos grasos saturados dan membranas rígidas). Un ejemplo de ello es la fluidez de los hematíes (eritrocitos), que son capaces de adoptar una forma alargada para introducirse en los capilares, cuya luz es de menos diámetro que ellos, con el fin de llevar nutrientes y oxígeno a los tejidos.
3. Tienen un efecto importante sobre los diferentes factores de riesgo coronario: reducen la tasa de triglicéridos y disminuyen la hipertensión. Evitan la formación de trombos arteriales. Mejoran el riego sanguíneo por su efecto antiagregante plaquetario, que disminuye los coágulos de sangre y la trombosis mejor que la aspirina (pero sin los efectos secundarios de esta, que ataca a los eicosanoides “buenos” a la vez que a los “malos”); especialmente por el metabolismo del EPA, que actúa como bloque precursor de la prostaglandina PGI3 que colabora en la prevención de la trombosis y arterosclerosis, y desempeña un papel antiinflamatorio. Reducen las arritmias cardiacas (previene la arritmia mortal postinfarto) y la arteriosclerosis.
4. Mejoran la respuesta inmunitaria.
5. Regulan la respuesta antiinflamatoria: por lo que están indicados en artritis reumatoide activa, asma, psoriasis, dermatitis y en todas las enfermedades inflamatorias, que son prácticamente la mayor parte de las enfermedades crónicas y en los deportistas con entrenamiento muy fuerte.
6. Junto con la pérdida grasa, tienen un efecto preventivo del cáncer (al menos en el de mama) e inhiben las metástasis y la caquexia cancerosa.
7. Favorece la agilidad mental.
8. Mejora la migraña.
9. Hacen disminuir el TNF, el cortisol y la insulina.
10. Indicados en la degeneración macular de la retina en el anciano, potenciándose esta acción añadiendo otro suplemento dietético: la luteína.
11. Favorecen la procreación, mejorando la calidad del esperma e indicados en el ovario poliquístico. En este último caso, sus efectos se potencian con los derivados de la soja.
12. Pero el gran milagro del w-3 es su capacidad de bajar la ratio AA/EPA, que es la suma de todas las acciones anteriores, mejorando la inflamación y las perspectivas de salud de la población.
13. Tienen un efecto antienvejecimiento por su acción controladora del cortisol, insulina e icosanoides.
El “gran asesino” de la salud, muchas veces secreto, es la inflamación. Responsable del cáncer, del ataque cardiaco, del Alzheimer, de las enfermedades artropáticas, de las autoinmunes y de prácticamente todas las enfermedades crónicas.
En la inflamación siempre existe dolor (lo más importante de la tríada clásica “edema, rubor y dolor”), mediado siempre por los eicosanoides, que son hormonas fabricadas por cada célula del cuerpo. El Premio Nóbel de 1982 se concedió por comprender cómo los eicosanoides controlan virtualmente todos los aspectos de la fisiología humana. Son hormonas autocrinas, que no se desplazan por la corriente sanguínea, funcionan a concentraciones extraordinariamente bajas y se autodestruyen en cuestión de segundos. Derivan de ácidos grasos esenciales poliinsaturados de 20 átomos de carbono. Hay diferentes clases de eicosanoides: Prostaglandinas, Tromboxanos, Leucotrienos, Lipoxinas, Ácidos grasos hidroxilados, Isoprostanoides, Epiisoprostanoides y Isoleucotrienos.
Los eicosanoides son unas “superhormonas” que modifican las respuestas biológicas. Son reguladores celulares que actúan como llaves maestras que controlan virtualmente todas las funciones corporales ¾sistemas cardiovascular, inmunitario y los mecanismos que rigen la cantidad de grasa que acumulamos¾. Como resultado del desequilibrio entre los eicosanoides padeceremos las enfermedades citadas y muchas más: cardiopatías, cáncer, diabetes tipo II, artritis, enfermedad de Alzheimer, psoriasis, asma, depresión, fatiga crónica, etc. Si reestablecemos el equilibrio entre ellos prevendremos estas enfermedades, ayudando al mantenimiento de una buena salud, y se convierte en el principal tratamiento de todas estas enfermedades crónicas. Todos son controlables con aceites de pescado.
Al principio el dolor es silente ¾ no lo notamos porque está por debajo de la percepción del dolor ¾, y luego, a veces pasadas varias décadas, el dolor ya es manifiesto.
Las enfermedades en relación con el dolor silente son las que tienen que ver con la inflamación y, aunque parezca mentira, son: obesidad, diabetes tipo II, cardiopatías, cáncer, Alzheimer y se puede decir que no hay enfermedad crónica que no tenga nada que ver con la inflamación, el dolor silente y con el envejecimiento.
Gran parte de lo aquí expuesto es tomado del Dr. Barry Sears, de sus libros sobre “Alimentación en la Zona” y de su curso, dado en Barcelona el 15 de junio del 2004.
Las ideas de Sears son muy interesantes porque nos enseña cómo actuar contra las enfermedades en sus causas etiopatogénicas y fisiopatológicas y no en los síntomas, como hacemos la mayor parte de las veces los médicos occidentales.
Considera que los alimentos actúan como las medicinas más potentes e intenta explicar lo que dice con razones basadas en la evidencia, contrastadas con controles analíticos muy actuales.
Es muy posible que sus teorías cambien el paradigma de la medicina científica actual.
Los médicos especialistas manejarían los diagnósticos etiológicos y tratamientos sintomáticos de su especialidad (que siempre es bueno), pero el tratamiento de fondo sería siempre el mismo: alimentación adecuada, suplementada con aceites de pescado, ejercicio adecuado y lucha contra el estrés con la meditación.
Nosotros previamente utilizamos, además de todo lo que preconiza Sears, un test de tolerancia alimenticia, porque el número de alimentos que no se toleran son muy abundantes. Solamente hay que pensar que a los lácteos hay un 30% de la población que no los tolera. No se conoce el porcentaje de intolerancias que existen a las solanáceas (patata, tomate, berenjena, pimientos, etc.), pero son bastante frecuentes. Creo que justifica, de sobra, proponer a los pacientes obesos y con enfermedades crónicas, que deberían someterse antes de nada a un test sanguíneo de tolerancia alimentaria.
Como decía Hipócrates: “El alimento debe de ser vuestra medicina y la medicina debería de ser vuestro alimento”
La dieta afecta a las hormonas cien veces más que cualquier fármaco y, en última instancia, controla la inflamación.
Gracias a una correcta alimentación, como la preconizada en la Dieta en la Zona de Sears, podemos controlar la insulina y la inflamación. La insulina activa la enzima D-5-Desaturasa, que favorece el incremento del Ácido Araquidónico (AA), cuyos metabolitos son los eicosanoides “malos” (PGE2, Tromboxanos y Leucotrieno B4) responsables de las enfermedades cardiocirculatorias, crónicas y degenerativas.
La insulina es sobre todo la hormona que “almacena” y sus niveles en sangre se incrementan por la ingesta de alimentos con una carga glucémica (CG) alta, produciendo una hiperinsulinemia . La CG es la clave para la dieta sana. Se define a la CG como la cantidad de insulina producida por los carbohidratos consumidos, multiplicada por su índice glucémico (IG). Por eso la patata, que tiene una carga glucémica elevada, entra en la sangre en forma de glucosa más rápidamente que el azúcar.
CG = IG x gr de H de C / 100
Cuanto más alta es la carga glucémica (CG) de un alimento hay más probabilidades de que la tasa en sangre de insulina se eleve (hiperinsulinemia), se produzca a la larga una resistencia a la insulina y como consecuencia aparezca el Síndrome Metabólico y la inflación (PCR+)
Alimentos con CG elevada Þ Hiperinsulinemia Þ Resistencia a la insulina Þ Síndrome metabólico.
Antes se pensaba que los carbohidratos complejos, eran una fuente alimenticia óptima. Hoy sabemos que los carbohidratos complejos, como el pan, la patata, el arroz, etc., son carbohidratos de alta densidad, por lo que pequeñas cantidades contienen una gran proporción de hidratos de carbono. El peligro es consumir un exceso y provocar una elevada respuesta insulínica. Por este motivo deben ser consumidos con moderación.
Frutas y hortalizas, al revés, son carbohidratos de baja densidad y por tanto pueden consumirse en cantidades mucho mayores, sin peligro de tener una excesiva respuesta insulínica. Además, en estas últimos alimentos hay mucha fibra, que ralentiza la absorción de los carbohidratos e incide en el control insulínico. Además son ricos en sales minerales y vitaminas.
El pan, la pasta y el arroz no deben constituir más del 25% del peso total de los carbohidratos en cada comida.
El exceso de insulina hace engordar (“almacena grasas”) y favorece el incremento de ácido araquidónico (AA), que procede de los fosfolípidos de nuestras membranas celulares (fuente interna de AA), que es el precursor de los eicosanoides “malos”, responsables, como se ha dicho, de las enfermedades cardiocirculatorias, crónicas y el cáncer, por citar algunas.
El cuerpo produce la insulina en cantidades excesivas cuando en una comida se ingieren demasiados hidratos de carbono, nada de grasa o demasiadas calorías.
El glucagón, que es otra hormona del páncreas con efecto contrario a la insulina. Se libera cuando se comen proteínas y evita que los niveles de glucosa en sangre (glucemia) decaigan demasiado (hipoglucemia) por efecto de la insulina, lo cual produciría hambre. Por ello, son las proteínas las que tienen un mayor efecto saciante, aunque antes se pensaba que eran las grasas.
El glucagón estimula la producción de eicosanoides “buenos”.
Debemos mantener la insulina bajo un estricto control: ni demasiado alta ni demasiado baja.
Si una persona se siente bloqueada y cansada mentalmente significa que tiene bajos niveles de azúcar en sangre.
Hay fármacos, como los diuréticos y betabloqueantes (se usan en hipertensión), la cortisona y la cafeína (café) que aumentan los niveles de insulina.
Hiperinsulinemia Þ AA de origen interno Þ Eicosanoides “malos”
El AA también puede ser ingerido con los alimentos (origen externo), sobre todo con las carnes rojas grasas, yemas de huevo y vísceras, como el hígado y los riñones.
AA de origen externo (carnes animales) Þ Eicosanoides malos.
Es por tanto necesario prevenir el incremento de AA en nuestro organismo, evitando las dos vías que lo favorecen: la externa (sufrimiento los alimentos cárnicos citados y consumiendo preferentemente pescado, pavo, pollo, clara de huevo, proteínas de la soja y de la leche) y la interna (manteniendo a raya a la insulina, evitando los carbohidratos de IG elevado, y sobre todo los alimentos con una CG alta), así como añadiendo a la dieta, en cada comida, grasas favorables, que contengan ácidos grasos monoinsaturados, que son hormonalmente neutros (no afectan a la producción de insulina) y retrasan la absorción de los carbohidratos, como el aceite de oliva virgen de primera prensa en frío y las aceitunas, las nueces de macadamia, el aguacate (y mejor aún el guacamole), las almendras, pistachos y la mayoría de los frutos secos.
Cuando con una dieta correcta (por ejemplo, de la Zona + Omega-3) perdemos muy rápidamente demasiado peso posiblemente se deba a que teníamos un exceso de cortisol en sangre que condicionaba mucha retención de agua en los tejidos, porque lo normal es perder de grasa alrededor de 500 g a la semana, con una alimentación adecuada.