La inflamación

 

Según el Dr. Barry Sears hay tres estadios en la evolución de la enfermedad: Bienestar Þ Dolor silente Þ Enfermedad crónica.
Desde el punto de vista biológico, podemos definir el bienestar como un estado con niveles muy bajos de inflamación.
Ahora podemos medir el dolor silente por dos pruebas, marcadores sanguíneos de la inflamación crónica: PCR (Proteína C Reactiva), que es inespecífica, y la ratio AA/EPA (Acido Araquidónico/Acido Eicosapentanoico), más preciso como marcador de eicosanoides.
La inflamación, como ya se ha dicho, está asociada al dolor y está mediada por los eicosanoides proinflamatorios: LTB4 (Leucotrieno B4), PGE2 (Prostaglandina E2) y Tromboxanos, principalmente el Tromboxano A2, que produce agregación plaquetaria de manera patológica, por ejemplo en un ataque cardiaco, en apoplejía cerebral (ictus), en embolias y tromboflebitis.
La inflamación de las células endoteliales coronarias (producida principalmente por las eicosanoides LTB4 y PGE2) son la causa primera de la estenosis de estas arterias.
Un excesivo nivel de insulina causa una superproducción de ácido araquidónico (AA), que es precursor de los eicosanoides “malos”.
Los antiinflamatorios disminuyen los niveles de eicosanoides, pero de los proinflamatorios y los demás (de los “malos” y de los “buenos”)  ¾el eicosanoide “bueno” más importante es la Prostanglandina E1 (PGE1)¾. Por eso, mueren más personas al año en EE UU por tomar antiinflamatorios a dosis correctas que por SIDA. Porque los antiinflamatorios disminuyen el dolor, siempre asociado a la inflamación, pero terminan pasando una factura muy cara al disminuir los niveles de los eicosanoides buenos.

 

Los eicosanoides se comportan como el verdadero “master” hormonal.
La ratio AA/EPA de una población nos mide el nivel de salud. Pongamos algunos ejemplos: los esquimales dan una cifra de 0.75 y la mortalidad por enfermedad cardiovascular es de 3.5% (en EEUU llega al 50%). La población de la isla de Kohama, que posee la incidencia más baja de enfermedades cardiovasculares de Japón y tienen una dieta muy rica en pescado y baja en sal, dan cifras de EE/EPA de 1,5, y tiene la vida media más alta del mundo. En España, según los Drs. Sabater, damos cifras de 10; en EEUU  alrededor de 11-12; en China llega a 20, con una morbomortalidad muy elevada, atribuida al excesivo consumo de arroz. En una depresión nos podemos encontrar cifras de 22; en las  enfermedades  cardiovasculares, más o menos, 23; En esclerosis múltiple entre 33 y 50.

 

En la Esclerosis múltiple los niveles AA/EPA mejoran mucho con los aceites de pescado, reduciendo la inflamación cerebral.
Para disminuir el dolor silente, la primera línea de defensa que tenemos es perder el exceso de grasa corporal, porque cuanto más grasa corporal, más inflamación se genera.
Los ácidos grasos poliinsaturados Omega-3 (w-3), extraídos del aceite de pescado, tienen las siguientes acciones:
1.         Facilitan la producción en nuestro organismo de los eicosanoides “buenos “.
2.         Penetran en las estructuras (fosfolípidos) de las membranas de todas nuestras células (plaquetas, células endoteliales, etc.) y en las de las mitocondrias (“central energética”) que significa tener membranas elásticas (los ácidos grasos saturados dan membranas rígidas). Un ejemplo de ello es la fluidez de los hematíes (eritrocitos), que son capaces de adoptar una forma alargada para introducirse en los capilares, cuya luz es de menos diámetro que ellos, con el fin de llevar nutrientes y oxígeno a los tejidos.
3.         Tienen un efecto importante sobre los diferentes factores de riesgo coronario: reducen la tasa de triglicéridos y disminuyen la hipertensión. Evitan la formación de trombos arteriales.  Mejoran el riego sanguíneo por su efecto antiagregante plaquetario, que disminuye los coágulos de sangre y la trombosis mejor que la aspirina (pero sin los efectos secundarios de esta, que ataca a los eicosanoides “buenos” a la vez que a los “malos”); especialmente por el metabolismo del EPA, que actúa como bloque precursor de la prostaglandina PGI3 que colabora en la prevención de la trombosis y arterosclerosis, y desempeña un papel antiinflamatorio. Reducen las arritmias cardiacas (previene la arritmia mortal postinfarto) y la arteriosclerosis.
4.         Mejoran la respuesta inmunitaria.
5.         Regulan la respuesta antiinflamatoria: por lo que están indicados en artritis reumatoide activa, asma, psoriasis, dermatitis y en todas las enfermedades inflamatorias, que son prácticamente la mayor parte de las enfermedades crónicas y en los deportistas con entrenamiento muy fuerte.
6.         Junto con la pérdida grasa, tienen un efecto preventivo del cáncer (al menos en el de mama) e inhiben las metástasis y la caquexia cancerosa.
7.         Favorece la agilidad mental.
8.         Mejora la migraña.
9.         Hacen disminuir el TNF, el cortisol y la insulina.
10.       Indicados en la degeneración macular de la retina en el anciano, potenciándose esta acción añadiendo otro suplemento dietético: la luteína.
11.       Favorecen la procreación, mejorando la calidad del esperma e indicados en el ovario poliquístico. En este último caso, sus efectos se potencian con los derivados de la soja.
12.       Pero el gran milagro del w-3 es su capacidad de bajar la ratio AA/EPA, que es la suma de todas las acciones anteriores, mejorando la inflamación y las perspectivas de salud de la población.
13.       Tienen un efecto antienvejecimiento por su acción controladora del cortisol, insulina e icosanoides.